14 abr 2010

Mesas y Sillas



El primer frío del otoño lo agarra a uno siempre desprevenido. Éste año no fue la excepción. Con los dedos ateridos, super ateridos, spinettianamente ateridos, caminé algunas cuadras por el centro de la ciudad. La lluvia, que había estado indecisa toda la tarde, finalmente resbaló del cielo y tuve que cobijarme. Terminé dentro de una de esas cavernas luminosas que tienen escaleras mecánicas. Entre ruidos y coloridas publicidades, di tres, seis, nueve vueltas al segundo piso. Ahí lo vi.


Estimado Visitante
Las mesas y sillas son para uso exclusivo
de quienes consumen en nuestros locales
de gastronomía

Sin dudas me hablaba a mí, al visitante. Al visitante que se iba a sentar y no iba a consumir nada. Era el destinatario casual de un cartel totalmente absurdo. Más de 50 mesas y sillas se encontraban totalmente vacías. ¿Habrá sido consecuencia del efecto persuasivo del cartel? Perdí de vista esa primera pregunta.
Todo éste asunto me llevó a reflexionar. ¿No es a caso el capitalismo como éste patio de comidas? ¿No es la propiedad privada un cartel que no nos permite sentarnos, mientras miles de sillas permanecen vacías?
Bajé por las escaleras, las normales, esas para humanos y tomé el primer colectivo a casa. Otro día más en ciudad Gótica.


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